A mí querido
Mar:
Te escribo,
con el corazón en la mano y pensando en los maravillosos momentos que
compartimos. Aunque fueron pocos, me
marcaron para el resto de mi vida.
Es irónico,
púes ahora se que nunca me quisiste. Fui
para ti un experimento, la novedad de una relación forzada, por mi soledad y tu
curiosidad.
Hoy como
ayer me envuelve la tristeza, al tener que reconocer que lejos de ser mi príncipe
azul, tan sólo fuiste un simple y ordinario hombre jugando a ser galán.
Si bien te
acepté con tus virtudes y defectos, no es menos cierto que te idealicé,
gracias al amor que te profesaba.
El tiempo
no ha podido borrar la decepción, que tu engaño me causó, la melancolía me envolvió
como una bruma, en el inmenso mar de mis recuerdos.
Tu dualidad
entre hombre compasivo y villano por un lado, encantador y farsante, por el otro, me dejó
confundida y profundamente herida.
Mi amor fue
sincero e incondicional y tú sólo jugaste con mis sentimientos, pero no fue
sólo tuya la culpa, porque yo te lo permití.
No me
arrepiento de haberte querido, púes gracias a tu cercanía, logré descubrir mis
más profundos sentimientos, los cuales ignoraba que podía experimentar.
Durante
mucho tiempo pensé que eras el único hombre que podría amar, porque me
destrozaste el corazón. Tus besos y
caricias sólo me dejaron un sabor amargo y un profundo desengaño.
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